Eso que esperas que suceda es probable que no pase nunca. Es doloroso decirlo, pero peor es la espera eterna, infinita, la que consume tus días augurando algo mejor para tu vida. Mejor que vayas pensando qué harás ahora que lo sabes, ahora que debes optar por el plan b, el de la resignación que abre paso a la acción, el que deja los sueños de lado para palpar la felicidad en lo mundano, en lo que te tocó, en lo que puedes, en lo que sabes que sucederá si los haces. Por ejemplo: llamar a un amigo, acariciar un gato o pensar en lo afortunado que eres con lo que tienes hoy.
Es ahora
Publicado