Nos dedicábamos a fundir peluquerías
la calle era todavía el lugar de encuentro
la noche, un sueño eterno
teníamos para elegir mil bandas
a los ídolos vivos
y no discutíamos de política
estábamos todos de acuerdo en criticar
a uno que después votábamos para viajar con pseudo dólares
resabios de una fiesta que necesitábamos vivir
como si supiéramos que sería la última
antes de caer en el abismo de la virtualidad.