yo no sé si a los demás les pasa lo mismo
a mí los pensamientos me toman por asalto
y la única manera de sacármelos de encima
es volcándolos en papel
Italia, año 90, Mundial de Fútbol
soy menor, pero casi adulto
mi familia me permite viajar solo
en tren
de Roma a Napoli
allí me encuentro con una persona
que me espera
es que juega Argentina contra Italia
pero yo llego antes
para ver otro partido
me interesan todos
la vida resumida en partidos de fútbol
me decían que era patético
ahora de grande pienso que es lo correcto
cuántas guerras masacres balances comerciales
del centro financiero mundial
se podrían evitar
si la vida se concentrara en campos de batalla
donde se intenta meter la pelota en los arcos
de inofensivas redes
redes que no nos atrapan como pescados cada
cinco minutos mirando el celular
El partido termina
pero la noche no
esa persona me lleva a la sala de prensa
yo me enamoro de las máquinas de escribir
en realidad me enamora la soledad de escribir
el sonido de las de teclas Olivettis contando historias
han pasado treinta años
o más
ahora escribo en un teclado logitech
que la tecnología nos dio
pero la máquina de mi cabeza
recuerda esa noche con periodistas
comiendo a la vera del mar
entre rocas y luces tenues
la vida y el futbol fundidos en los comentarios y risas
de esos hombres
que me marcan para siempre
porque el recuerdo se funde a fuego lento
y aparece cuando en la cola del supermercado
un domingo a la mañana
lluvioso
distingo delante de mí
a la persona que me llevó a pasar esa noche inolvidable
y lo saludo, y me reconoce
y lo abrazo y le digo ¿te acordás…?
y claro que se acuerda
y nos quedamos mirando como si ambos nos fuéramos
de viaje allí otra vez
hasta que la cajera le da el ticket
y la persona tiene que pagar sus compras.